martes, 5 de abril de 2011

The Big Lebowski

Comedia fina, fina, fina... y de los Coen.

Jürgen Habermas explica que una obra "de culto" es aquella que logra superar las barreras del tiempo y que siempre logra estar a la vanguardia. The Big Lebowski de 1998 es una de ellas. La simpleza de su guión y las para nada espectaculares pero perfectas actuaciones logran una encantadora, fina y bizarra comedia.

La historia que estos vaqueros hermanos desean relatar es una de las aventuras de The Dude: carismático personaje que desempleado y con pocas motivaciones para emprender grandes proyectos, vive felizmente jugando a los bolos y fumando marihuana. Pero un mal día, la rutina de The Dude se ve interrumpida por un par de gángsters que entran a su casa a golpearlo y orinar en su tapete pensando que es The Big Lebowski.

Animado por sus amigos, The Dude decide buscar al otro Lebowski y pedirle una compensación por su arruinado tapete. Sin embargo, nuestro anti-héroe no sólo consigue una alfombrilla nueva, sino un trabajo que le acarreará una quijada hinchada, una amenaza de muerte por parte de un grupo de alemanes nihilistas, una amante artista y feminista y una serie de eventos desafortunados que lo harán extrañar su pasada y pasiva vida.

The Big Lebowski es una de esas películas siempre disfrutables. Con Jeff Bridges, Julianne Moore, Peter Stormare, Steve Buscemi y -¿por qué no?- Flea en las actuaciones, los Coen en el guión y una amalgama musical compuesta por Bob Dylan, Elvis Costello, Nina Simone, Moondog y demás, no pretende cambiar la vida del espectador, o proponerle una complicada historia, lo único que promete y cumple es maravillar y divertir con su simple humor negro.


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